Hay momentos en la vida que dejan una huella imborrable en nuestro corazón. Y aunque el tiempo avance inexorablemente, la amistad verdadera es capaz de atravesar los años y mantenerse intacta. En nuestra querida Playamar, unos cuantos de ese grupo de amigos de la juventud, ahora jóvenes en la cincuentena, y digo jovenes porque en estas reuniones todos volvemos a sentirnos en la veintena, nos reunimos para revivir aquellos días de antaño y fortalecer esos lazos que el tiempo no ha logrado disolver, ni lo logrará nunca.
Hace más de cuatro décadas, muchos nos conocimos en los años de nuestra adolescencia. Nuestras risas llenaban los veranos de Playamar, compartiendo gratos momentos en el chiringuito del windsurf y viviendo alguna que otra aventura nocturna. Con el paso del tiempo, nos hemos enfrentado a los desafíos de la vida adulta, pero nuestros recuerdos de aquellos días de juventud y camaradería nunca se han desvanecido.