Este año me toca dar las gracias a Iván y a Patricia, su mujer, por trabajarse la búsqueda de un sitio para la cena, y digo trabajarse porque en el sitio que habían reservado previamente tuvieron el mal gesto de anularles la reserva, algo que yo no había visto en mi vida. El caso es que seguro que en La Viña de Ale comimos mejor y más barato (salimos a 25 euros por cabeza), que en el otro restaurante cuyo nombre no quiero mencionar para no hacerles ningún tipo de publicidad.
En la foto podéis ver a todos los asistentes a la III Reunión de Amigos de Playamar 80: Sara (la mujer de Miguel, sí, aunque no os lo creáis ya es su mujer), Miguel (Gafitas), Nuria, José Luis (Tiech), Patricia (mujer de Iván), Kira, Sergio, Iván, Cinta, Elisa, Josele, Alberto y Susana. Por si alguien no ha contado, finalmente estuvimos sólo trece, eso sí, trece muy bien avenidos y que nos lo pasamos en grande (Alberto, no pienses que me he olvidado de tu mujer Coco, sólo que ella llegó un poco más tarde y no aparece en esta foto, gracias a ella no fuimos trece durante toda la noche).
No sé si me voy a acordar de todas las viandas pero, desde luego, de lo que sí que me acuerdo es del vino, no de las marcas, pero sí de que las dos variedades que nos sirvieron estaban francamente buenas. A pesar de que La Viña de Ale se encontraba entre el final de la Playa de la Carihuela y Puerto Marina, no cenamos pescaito, más bien todo lo contrario: ensaladas variadas, croquetas caseras, sartená campera, tostas de jamón ibérico, tabla de carnes y para terminar... hubo quien tomó postre, café y, por supuesto, la correspondiente copa. ¿Os podéis creer que todo esto nos saliera por 25 euros por cabeza? Ah, y además para esperar a los rezagados no habíamos tomado unas cervecillas.
Desde el restaurante nos fuimos directamente a la Feria de Torremolinos, una Feria que yo no conocía a pesar de llevar tanto tiempo veraneando en Playamar, y que me recordó a la Feria de Málaga pero en pequeño. Por cierto, alguien preguntó por email acerca de las anécdotas, pues durante la fase de aparcamiento en el recinto ferial ocurrió la primera. Yo iba en el coche con Elisa y Cinta, en el aparcamiento había unos cuantos aparcacoches indicando al personal donde aparcar, pues el aparcacoches que nos tocó en suerte estaba tan mazizorro (calvo y de unos cincuenta y muchos... no, no era Sergio) que a Elisa, cuando tenía el coche perfectamente aparcado, se le olvidó poner el freno de mano, un despiste de estos que suelen pasar con frecuencia cuando vas de fiesta (sobre todo cuando aparcas en cuesta), menos mal que yo, como el tío bueno pues no me ponía demasiado, cuando vi que el coche se iba un poquito hacia atrás pues tiré del freno de mano evitando males mayores.
En la Feria había bastante gente y estuvimos en cuatro o cinco casetas donde, según ha señalado Miguel en algún correo electrónico, pude demostrar como todavía puedo dedicarme a ganarme la vida bailando música electrónica, de hecho creo que Iván en algún momento sacó la pandereta y se la pasó al personal que hacía corrillo (Miguel, todavía estoy esperando a que me envíes el vídeo, si lo haces lo inserto en este post).
En primer lugar, Alberto nos llevó a una caseta donde nos invitaron a una copa (en la foto podéis ver a Alberto con Coco, su guapa mujer, en la susodicha caseta). El señor Assayag había alquilado y montado toda la instalación de luces y sonido de la caseta... en qué negocio no andará metido nuestro querido amigo. Yo de mayor quiero saber ganarme la vida como él.
Eché un poco de menos bailar unas Sevillanas, aunque dudo que recuerde los pasos más elementales. Sólo recuerdo una caseta en la que pusieron ese tipo de música y, sinceramente, no tenía yo en la memoria que Sergio tuviera tanto arte contoneándose a lo flamenco, claro que acompañado por Sara baila bien cualquiera. El caso es que después de ese baile y de que Elisa se enteró de que su Málaga había ganado al Getafe (no sabía yo que Elisa era futbolera), salimos escopetados de esa caseta en busca de más música cañera.
En otra de las casetas me tocaron la fibra sensible al poner una canción de Bisbal, lo siento pero algunas canciones de este triunfito me molan (seguro que los asistentes no se dieron cuenta). En esa caseta me hizo gracia que un grupo de chicos jóvenes lanzaran más de una mirada a las chicas que nos acompañaban (desafortunadamente ninguna jovencita perdió el tiempo en mirar ni a Miguel, ni a Tiech, ni a Sergio, ni a Iván, ni a Alberto, ni ni siquiera a mi... tenía que haber venido el tronchamozas Juanlu para poner las cosas en su sitio).
La segunda foto es la prueba patente de que todavía nos mantenemos en forma y somos capaces de aguantar lo que nos echen. Después de horas de bailoteo, de ir de caseta en caseta, y de que eran aproximadamente las cinco de la madrugada y ya estábamos de retirada, todavía se nos nota las ganas de continuar con la juerga y el cachondeo.
Por cierto, chapó por Patricia, Coco y Sara que, a pesar de no conocer a todo el mundo, aguantaron estoicamente toda la noche.
Otra cosa que os habéis perdido los no asistentes y que no puedo dejar de mencionar, es que en el restaurante La Cigala tenían todas las raciones a cinco euros, y no penséis que las raciones eran escasas o el pescado poco fresco, porque las raciones eran normales y el pescaito era el típico de La Carihuela. Desde aquí doy las gracias a Tiech por este gran descubrimiento.
Y para terminar, sólo deciros que espero que el año que viene haya más quórum y pueda venir más gente, al menos que sea como el primer año que fue apoteósico. De verdad que sólo es cuestión de liarse la manta a la cabeza.
2 comentarios:
Ole, ole y ole .... qué crónica más completa. ¡Enhorabuena!
Gracias Josele por este genial "minuto a minuto" (qué prodigio de memoria!). Sin duda, hay que repetirlo.
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