
Al poco tiempo también aparecieron los primeros coches del grupo. Recuerdo bastantes historias con los coches, los piques con Manolo yendo a Fuengirola por aquella carretera endiablada llena de curvas, piques en los que mi pobre Ford Fiesta salía siempre perdiendo en el duelo con el Opel Kadet GSI de Manolo; cuando nos paró la policía viniendo de Marbella y yo tenía el maletero lleno de vasos de cubata; aquella vez que batimos el record de gente dentro de un Ford Fiesta y mi padre, que se encontraba mal y no había podido dormirse, vio salir a unas dieciséis personas del mismo, vaya bronca que me cayó; aquel año en que un vecino nos quería tirar un tiesto encima del coche porque poníamos la música a toda pastilla y no le dejábamos dormir, a Encarnita gritándole: "¡¡ Histérico, qué eres un histérico !!, a todos saliendo a toda pastilla del coche porque el tiesto era tan grande como el techo de mi Ford Fiesta, y yo rezando, por favor que no tire el tiesto. Toda una ristra de locuras de las que sorprendentemente salí bien librado, es decir, sin ninguna multa.

Creo que los coches fueron protagonistas importantes, porque cada año nos permitieron ir a los sitios de moda: Fuengirola, Benalmádena, el Puerto Deportivo de Benalmádena y el Pueblo Blanco. Gracias a ellos también pudimos disfrutar de la Feria de Málaga, en sus versiones diurna y nocturna, del Puerto Deportivo de Marbella, de Puerto Banús, de la Cala de Nerja, del bar de Miguelillo el Feo, de Tarifa, y de muchos otros sitios.
Me acuerdo del año de las inundaciones y de Pipo sacando un paraguas de su Renault 12, desde entonces siempre llevo un paraguas en el maletero. Recuerdo que una noche de ese año fuimos a la Feria de Fuengirola, en pleno diluvio tuvimos que buscar cobijo en una caseta, caseta que tomamos al asalto y en la que nos hicimos fuertes, las chicas se metieron en la barra y empezaron a sacar de extranjis todo tipo de viandas. Cuando decidimos volver a Playamar, todavía arreciaba la lluvia y, en plena carrera hacia los coches, yo terminé dentro de una fuente, menos mal que aunque no pude frenar, si que pude saltar y no acabar de bruces dentro de la misma.

Tampoco puedo olvidar algunos detalles "escabrosos" acaecidos en las moragas, como ver llegar a Laly de entre las hamacas y decir: "Le he visto el culo a X" y a Jorge el peruano replicando: "Si, es que su novia es latinoamericana y eso es muy normal allí", después de lo cual alguien preguntó: "¿El qué es normal? ¿Enseñar el culo?". También recuerdo una barbacoa en la que, sin comerlo ni beberlo (bueno, berbelo seguro), acabé enrollado con una chica que estaba en Playamar cuidando a los hijos de un matrimonio; al día siguiente aquella chica apareció en la piscina de Playamar I (solía ir a la de Playamar II), y a Encarnita no se le ocurrió otra cosa que decir a grito pelado: "Josele, por ahí vienen a cuidarte". De la vergüenza que pasé, acabé sobre el césped debajo de mi toalla para que no me viera. Por otro lado, no hay que olvidar que algún que otro asunto "escabroso" surgido en las barbacoas, ha acabado en matrimonio. Nuria, Tiech, ¿algo que objetar?
Por cierto, a ver si alguien se anima y escribe algo, ¿o es que sólo el vasco y yo guardamos buenos recuerdos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario